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Dieta adecuada para las enfermedades cardiovasculares (Parte 1)

Dieta adecuada para las enfermedades cardiovasculares (Parte 1)

En el Manual de Rehabilitación Cardiaca, editado por el Dr. Ignacio Plaza Pérez, especialista en cardiología, se recoge en el cuarto capítulo la Dieta adecuada para las enfermedades cardiovasculares. Se ha escrito junto con el Dr. José Antonio Balsa, la Dra. P. Díaz y la Dra. J. Olivar, todos ellos del Servicio de Endocrinología y Nutrición.

En este capítulo se habla de la alimentación cardiosaludable y de cómo la alimentación tiene una gran influencia en la aparición de las enfermedades cardiovasculares. Numerosos estudios han demostrado cuáles son los ingredientes que tienen un efecto beneficioso y cuáles perjudicial.

Para tratar en profundidad este tema, vamos a dividir este capítulo en dos partes. Hoy hablaremos de los objetivos que debe tener una dieta saludable, equilibrada y variada. Además, te explicamos en qué consiste la dieta mediterránea y su importancia en nuestra salud.

La próxima semana te dejaremos una serie de recomendaciones de cómo debe ser la dieta cardiosaludable. ¡No te pierdas estos consejos para cuidar tu corazón!

La dieta debe tener dos objetivos fundamentales

  • Mantener el peso dentro de la normalidad. Para ello se deben ingerir alimentos que tengan menos densidad calórica, es decir, que aporten menos calorías en una ración estándar y que sean ricos en fibra, lo que produce una mayor sensación de saciedad.
  • Ser protectora de la enfermedad cardiovascular. Los factores principales que se deben modificar para la prevención de la arteriosclerosis son la cantidad total de grasa ingerida (particularmente de ciertos tipos de grasa) y de colesterol. Adicionalmente, las personas con hipertensión deben restringir el consumo de sal y de alcohol. Con respecto a su composición porcentual de macronutrientes, la dieta cardiosaludable debe tener la siguiente composición: 15% de proteínas, 25-35% de grasas y 50-60% de hidratos de carbono.

No todas las grasas implican un riesgo cardiovascular similar. La mayor parte de la grasa ingerida debe estar constituida por ácidos grasos monoinsaturados mientras que el resto de ácidos grasos y de colesterol no deben superar los siguientes porcentajes del valor calórico total de la dieta:

  • Ácidos grasos transaturados: < 1%
  • Ácidos grasos saturados: < 7%
  • Ácidos grasos poliinsaturados: < 10%
  • Colesterol: < 200 mg/día

Sin embargo, la dieta occidental se ha alejado visiblemente de este patrón ideal y los promedios actuales de consumo de grasa y colesterol son los siguientes:

  • Grasa total: 35-40%
  • Ácidos grasos transaturados: 2-3%
  • Ácidos grasos saturados: 15-20%
  • Ácidos grasos poliinsaturados: 10%
  • Ácidos grasos monoinsaturados: 10%
  • Colesterol: 380 mg/día

Lo que significa que el consumo de colesterol y de los ácidos grasos que aumentan el riesgo de padecer una cardiopatía isquémica es el doble o más de lo recomendable. El cumplimiento de los dos objetivos anteriores obliga a hacer una buena selección de los alimentos en cantidad y calidad. Sin embargo, el problema es que la mayoría de los alimentos de consumo diario combinan varios macronutrientes, más de un tipo de ácidos grasos y contenidos variables de colesterol. Por ello, no resulta fácil traducir el esquema de la dieta ideal en comidas habituales.

¿Qué es la dieta mediterránea y por qué se recomienda?

La dieta mediterránea consiste en un conjunto de hábitos alimentarios de raigambre milenaria en la que los alimentos se combinan de forma peculiar para proporcionar todos los nutrientes necesarios para el organismo.

  • Componentes de consumo diario: aceite de oliva, el pan u otros cereales integrales, las verduras, las hortalizas y las frutas.
  • Componentes de consumo regular: legumbres y pescado como alternativa a otros alimentos proteicos es otra característica esencial de la dieta mediterránea.
  • Componentes de consumo moderado: vino, un aditamento opcional de ella. Por el contrario, otros alimentos se consumen en pocas ocasiones como son las carnes rojas, los dulces y la mantequilla.

Dentro de los alimentos de consumo diario, el aceite de oliva es el más importante y con él se elaboran y aliñan la mayoría de los platos. Es el alimento individual que aporta más calorías a nuestra comida diaria, por lo que se puede afirmar que la dieta mediterránea no existiría sin el aceite de oliva. Gracias a su abundante presencia, la dieta mediterránea es rica en grasas saludables.

El cambio de nuestra dieta mediterránea tradicional, basada en alimentos naturales, por una dieta basada en alimentos procesados industrialmente y ricos en azúcares y grasas de baja calidad, ha causado un progresivo incremento de las tasas de obesidad, diabetes mellitus tipo 2, hipertensión arterial y dislipemia y, en consecuencia, de la incidencia de la cardiopatía isquémica y de otras enfermedades vasculares.

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