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Factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular

Factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular

En el Manual de Rehabilitación Cardiaca, editado por el Dr. Ignacio Plaza Pérez, especialista en cardiología, se recoge en el tercer capítulo los factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular. Se ha escrito junto con el Dr. Ángel García García y el Dr. Diego Iglesias, ambos del servicio de Cardiología.

En este capítulo se explica que los factores de riesgo de la cardiopatía isquémica son aquellos signos biológicos o hábitos de vida hallados más frecuentemente en las personas que desarrollarán la enfermedad en los próximos años. Su aparición se debe a factores genéticos y ambientales (motivados por el cambio del estilo de vida).

A continuación, exponemos los factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular recogida en este manual.

Estilo de vida

Con el aumento de la esperanza de vida, la enfermedad cardiovascular de origen arteriosclerótico se ha convertido en la causa más frecuente de enfermedad y muerte en el mundo desarrollado. Si queremos evitar la enfermedad o mejorar el pronóstico de los que ya la tienen, debemos tratar los factores de riesgo y que en gran parte van ligados al estilo de vida actual.

La unión de sedentarismo, obesidad, diabetes e hipertensión es una secuencia, hoy día frecuente, que está detrás de muchos casos de enfermedad cardiovascular.

tabaquismo

Tabaquismo

El consumo de tabaco produce un aumento de la mortalidad cardiovascular. Los fumadores que han tenido infarto de miocardio o angina de pecho, si dejan de fumar, reducen un 33% la mortalidad y el riesgo de aparición de nuevos infartos.

Dejar de fumar es más sencillo que controlar otros factores de riesgo, especialmente tras el infarto. El factor más importante para el éxito es la motivación. La abstinencia del tabaco acarrea efectos secundarios desagradables para el paciente, que son la causa de muchos fracasos, pero es posible reducir estos efectos secundarios.

El humo del tabaco contiene más de 4.000 sustancias en suspensión. Estas producen efectos muy diversos sobre la pared arterial y la composición de la sangre, que contribuyen a la aparición de alteraciones cardiovasculares tanto inmediatas como a largo plazo. Las sustancias cuyo efecto es mejor conocido son la nicotina y el monóxido de carbono. Este último se une a la hemoglobina y forma carboxihemoglobina, que interfiere con la capacidad de transportar oxígeno.

Un fumador medio tiene hasta un 15% de carboxihemoglobina, con lo que disminuye considerablemente su capacidad de esfuerzo. La nicotina estimula la liberación de adrenalina, lo que produce taquicardia y elevación de la tensión arterial. El efecto sobre el aumento de las necesidades de oxígeno por la nicotina y la disminución del aporte por el monóxido de carbono producen un desequilibrio entre necesidades y aporte de oxígeno que puede desencadenar isquemia miocárdica y dar lugar a una crisis de angina.

El tabaco también altera la función de la pared de las arterias, pudiendo producir disfunción endotelial y vasoespasmo, con disminución hasta del 40% de la luz del vaso, lo que disminuye el riego coronario. También crea un estado favorable a la trombosis, al aumentar la actividad de las plaquetas y de otras sustancias.

Los fumadores tienen alterados los lípidos de la sangre, el colesterol LDL se oxida por efecto del tabaco y el HDL disminuye. Ambos cambios promueven la enfermedad arterial.

En resumen, todos los efectos anteriores condicionan dos mecanismos de acción diferentes del tabaco sobre las arterias. Por un lado, produce una obstrucción progresiva de la arteria que tarda años en manifestarse clínicamente, desarrollando la placa de ateroma. Por otra parte, puede originar una obstrucción súbita por trombosis y vasoespasmo.

Elevación del colesterol y otras alteraciones de los lípidos

El colesterol es un constituyente fundamental del cuerpo humano, siendo necesario para la formación de las membranas celulares y las hormonas esteroideas y sexuales. El colesterol no circula disuelto en la sangre, porque no es soluble, sino que lo hace unido a proteínas formando complejos lipoproteicos.

Hay varios tipos de colesterol. El colesterol LDL o colesterol malo, que favorece el desarrollo de la enfermedad cardiovascular y el HDL o colesterol bueno, que protege al organismo.

Las dislipemias se definen como aumentos en sangre del colesterol (hipercolesterolemia) y/o triglicéridos (hipertrigliceridemia), y su importancia viene determinada porque aumenta el riesgo de padecer arteriosclerosis, placas de grasa en las paredes de las arterias que las obstruyen. Cuando estas placas se rompen, se produce una trombosis y el vaso se obstruye totalmente dando lugar a infartos.

Las dislipemias pueden ser causadas por alteraciones genéticas y entonces afectan a varios miembros de la familia y se pueden heredar de padres a hijos. Las más importantes son la hipercolesterolemia y la hipertrigliceridemia familiar. Otras veces la dislipemia es secundaria a una dieta inadecuada, a la ingesta excesiva de alcohol, a obesidad y a ciertas enfermedades y fármacos.

El tratamiento es tanto dietético como farmacológico para reducir el colesterol y, así, disminuir la mortalidad cardiovascular y prolongan la vida.

Los objetivos de perfil lipídico en pacientes con cardiopatía isquémica son diferentes a los de la población general. En estos pacientes se deben tratar de conseguir cifras de colesterol LDL inferiores a 100 mg/dl, idealmente por debajo de 70 mg/ dl, de colesterol HDL superiores a 40 mg/dl en el varón y 50 mg/dl en la mujer y de triglicéridos inferiores a 150 mg/dl.

Hipertensión Arterial

Hipertensión Arterial

La elevación mantenida de la tensión arterial durante muchos años es una causa importante de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y de insuficiencia cardiaca. Los enfermos que controlan la tensión arterial reducen considerablemente el riesgo de muerte de causa cardiovascular, infarto de miocardio e ictus.

El enfermo hipertenso debe tener controles periódicos frecuentes de la tensión arterial, bien tomándosela el mismo en su domicilio como en consultas médicas, farmacias, etc. Los niveles normales son inferiores a 140/90 mmHg. Para conseguir estos niveles, es aconsejable mantener el peso ideal, hacer ejercicio y no tomar sal ni alcohol en exceso. Si con esto no es suficiente, habrá que añadir fármacos.

Diabetes

La enfermedad cardiovascular en el enfermo diabético tipo 2 se presenta, en su forma típica, con carácter generalizado y afecta tanto al corazón como al cerebro y a las arterias de los miembros inferiores.

La causa más frecuente de muerte en los diabéticos es la cardiopatía isquémica. Es común la observación en la coronariografía de vasos finos con múltiples obstrucciones. Es necesario un control adecuado de la diabetes, guiándose por la hemoglobina glicosilada y también un control riguroso y exigente del resto de los factores de riesgo. Para ello, el estilo de vida, con actividad física regular, control del peso, alimentación adecuada y no fumar son básicos. El tratamiento farmacológico será el necesario para obtener niveles adecuados de glucemia, de tensión arterial y de colesterol.

Obesidad

La obesidad es un problema cada día más frecuente tanto en adultos como en niños. En Europa, más de la mitad de la población adulta tiene sobrepeso y uno de cada cinco adultos es obeso. Por ello, la influencia de la obesidad en la cardiopatía isquémica es cada vez mayor. La prevalencia se ha duplicado o incluso triplicado en menos de dos décadas.

La obesidad, en particular la abdominal, representa un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares. Además, el aumento de peso acentúa otros factores como la hipertensión arterial, la diabetes, el aumento de triglicéridos y la disminución del HDL y un mayor riesgo de trombosis.

El factor determinante de la epidemia de obesidad en el mundo occidental es una dieta con exceso de calorías, rica en grasas animales y azúcares refinados. Este exceso de calorías y la disminución de la actividad física producen obesidad, porque la energía ingerida que no se gasta se acumula en forma de grasa. Cuando el índice de masa corporal es superior 30 kg/m2 es necesario reducir el peso con una dieta adecuada y ejercicio físico regular.

estrés y enfermedad cardiovascular

Estrés

Muchos de los pacientes que ingresan por infarto de miocardio reconocen un aumento del estrés en los días o semanas previos, como desencadenante de la enfermedad. El estrés familiar y laboral, la falta de apoyo social, el nivel socioeconómico bajo y la depresión son factores que aumentan el riesgo de padecer cardiopatía isquémica y empeoran el pronóstico de los pacientes que ya la padecen.

La personalidad tipo A, caracterizada por competitividad, hostilidad y compromiso y dedicación exageradas al trabajo, también se asocia a un mayor riesgo.

Estudios recientes demuestran que las personas optimistas se mueren menos de cardiopatía isquémica que los pesimistas y que los enfermos con rasgos de hostilidad, se mueren más que los que no tienen este comportamiento.

Controlar las situaciones de estrés o evitarlas, aprender las técnicas de relajación y practicarlas son caminos adecuados para evitar la aparición de la enfermedad y mejorar su pronóstico.

Para más información sobre los factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular o para pedir cita al Dr. Ignacio Plaza Pérez en su clínica de cardiología en Madrid, contacta con nosotros.

 

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